jueves, 1 de septiembre de 2011

"Los locos de la azotea"

“Los locos de la azotea”
27 de Agosto: Día de la radiodifusión argentina
Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, Parsifal…”. Con esta frase comienza la primera transmisión radiofónica de la Argentina y del mundo, el 27 de Agosto de 1920. La ópera mencionada fue transmitida desde la terraza del Teatro Coliseo por un grupo de médicos radioaficionados nucleados en la Sociedad Radio Argentina. A partir de una gran imaginación, soñaban con la posibilidad de lograr que la voz humana y la música pudieran ser transmitidas por radio y llegar a todos lados, por lo que realizaban maniobras en los techos utilizando antenas caseras; situación que los hizo conocidos como “los locos de la azotea”.
El impulsor de aquella hazaña fue el Dr. Enrique Telémaco Susini, convirtiéndose en un pionero de los medios de comunicación nacionales. Colocó la primera estación radial (“Radio Argentina”), fundó los estudios de cine Lumiton, fue el director general de la primera transmisión de televisión en el país realizada por Canal 7 Argentina el 17 de octubre de 1951, y fue fundador de la cooperativa de teléfonos de Pinamar (TELPIN), abriendo paso al nacimiento de otras empresas nacionales. Albert Einstein lo calificó como “una de las grandes inteligencias de la Argentina”.
La radio tuvo una gran importancia en nuestro país. Los primeros acontecimientos de trascendencia transmitidos fueron: la asunción presidencial de Alvear en 1922, la pelea de boxeo entre Jack Dempsey y Luis Ángel Firpo en 1923 y la final de los Juegos Olímpicos entre Argentina y Uruguay en 1924.
En la década del 30’ el radioteatro se extendió como género popular masivo, convirtiéndose la comunicación radial en el entretenimiento predilecto de los argentinos, siendo desplazado en gran medida a partir de los años 50’ por la televisión.
La época dorada de este medio de comunicación fue durante el peronismo a mediados del siglo XX. Por primera vez la radiodifusión era utilizada como un instrumento de propaganda política en la campaña electoral de 1946 que llevó al General Juan Domingo Perón a la presidencia.
Hasta ese momento tanto la radio como la prensa escrita habían estado en manos y al servicio de los intereses de la oligarquía argentina y del capital extranjero. En contraposición, comenzó una etapa en la que dichos instrumentos fueron puestos por el Estado a disposición del pueblo argentino y fundamentalmente de los trabajadores, como herramientas para la defensa de las conquistas adquiridas por el gobierno justicialista. Perón decía: “Las libertades de prensa e información, realizadas de buena fe, son unas de las más grandes conquistas de la humanidad civilizada, pero, practicadas de mala fe, son uno de sus peores azotes”.
La ley 14.241 de Radiodifusión del año 1953, estableció que los medios de comunicación eran “servicios públicos” y no podían estar subordinados a los intereses del capital privado, sino al de las mayorías en la Argentina. Debían ser utilizados para la defensa de la Nación, la unión espiritual de todos los argentinos en  las distintas regiones de nuestro territorio, para la elevación cultural del pueblo y la revalorización de lo propio, que permitiera el desarrollo de la producción de contenidos nacionales.
Con el golpe de estado que provoca la caída de Perón en 1955, comienza un período de extranjerización de la economía, de proscripción del peronismo y de sometimiento y persecución de los peronistas. Destruyeron todas las obras materiales y espirituales del gobierno anterior, por lo que también dejaron sin efecto la mencionada ley de comunicación.
            A partir de la dictadura cívico militar del 76’ y, especialmente, del gobierno de Menem, la radio pasó a ser parte de los grandes monopolios mediáticos, defensores del interés extranjero que lejos de cumplir una función pública, tuvieron como fin el lucro. Sirvieron de herramientas para colonizarnos culturalmente, idiotizarnos, para que sumidos en la frivolidad, permitiéramos el saqueo de nuestros recursos y el avasallamiento de nuestra identidad.
            La nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual tiende a revertir esta situación, democratizando el acceso a los medios de comunicación en la Argentina y volviendo el Estado a ser el garante de la defensa de nuestra cultura y de un acceso a la información equitativo en función de las necesidades del país.
            Enrique Susini decía: “…éramos personas imaginativas, amantes de la música y el teatro y por eso se nos ocurrió que este maravilloso invento podía llegar a ser el más extraordinario instrumento de difusión cultural”.
            Desde el Programa Integración Nacional, transmitido por Radio Coop. 106.9 FM, saludamos a todos los oyentes y a quienes hacen radio, y esperamos, también con un poco de locura, contribuir a ser una herramienta de difusión cultural a disposición de los argentinos.
                                                                                                                   Mariana Kearney

martes, 23 de agosto de 2011

La salud como un derecho: control a las prepagas

           Fue sancionada la ley que regula el funcionamiento de las empresas de medicina prepaga en la Argentina, cuya reglamentación era una deuda pendiente.
            Nuestro sistema de salud se divide en tres sectores organizados de acuerdo con su financiamiento:
·       El público, sostenido por el presupuesto estatal.
·       El Sistema de Seguridad Social sostenido por los aportes de empleados y empleadores, destinado a los trabajadores en relación de dependencia y a sus familias.
·       El privado, compuesto por instituciones que prestan servicios a personas particulares con capacidad de pago o a los afiliados a las Empresas de Medicina Prepaga (E.M.P.).
           Las E.M.P. surgen como tales en los 60’ y tienen su mayor crecimiento en los 90’. Son compañías destinadas a la salud, donde los asociados contratan voluntariamente un plan de cobertura, a cambio de pagar una cuota fija. Se caracterizan por establecer un período de carencia inmediatamente posterior a la afiliación en el cual hay beneficios que la persona no recibe.
           Existen 250 en el país, pero 5 concentran el 80% de los 4,5 millones de aportantes: OSDE, Swiss Medical, Galeno, Medicus y Omin.
           Puntos centrales de la ley
·         Las empresas deben cubrir el Programa Médico Obligatorio (PMO) establecido por el Ministerio de Salud y el Sistema de Prestaciones Básicas para discapacitados.
·     Los usuarios pueden rescindir en cualquier momento el contrato.
·     Quedan eliminados los períodos de carencia para las prestaciones incluidas en el PMO.
·     Las enfermedades preexistentes no pueden ser motivo de rechazo de admisión, ni la edad.
·     Para los mayores de 65 años la autoridad de aplicación (Ministerio de Salud) definirá el aumento de los costos, salvo que tengan 10 años de antigüedad. También fijará los aranceles mínimos.
Las empresas en contra
          Federico Díaz Mathe, director de la Cámara de Instituciones Médico Asistenciales se enfrentó a la ley diciendo: “de golpe aparecerá una cantidad de gente enferma que dice `me puedo asociar’ y, como los precios serán fijos, va a elegir a la compañía de más prestigio y la va a destruir. En el medio está el desfinanciamiento progresivo del sistema”.
Continúa diciendo que tanto los límites a los períodos de carencia como las preexistencias constituirían “el fin del sistema privado de salud”.
El presidente de la empresa Swiss Medical, Claudio Belocopitt, a quien los medios de comunicación, en defensa de los intereses de las corporaciones, se han encargado de convertir en el protagonista de los programas televisivos, dijo que “en estas condiciones, no tenemos posibilidades de funcionar”.  
Si bien no podrán rechazar usuarios por enfermedades preexistentes, sí podrán establecer las cuotas diferenciales producto de esa prevalencia, junto con la autoridad de aplicación, evitando ese posible desfinanciamiento.
            Además, la ley crea un “Consejo Permanente de Concertación”, donde las prepagas podrían justificar la necesidad de aumentos, a partir de información veraz, haciendo un análisis de los riesgos y no de la forma indiscriminada y arbitraria actual.
            Otra preocupación que tienen es que se terminarán los mercados cautivos, vale decir, aquellos mayores de edad que sufren el aumento indiscriminado de las cuotas y que no pueden irse a otras empresas prepagas puesto que por la preexistencia y la edad  no los aceptarían.
Desde el gobierno nacional han respaldado la ley. Juan Manzur expresó: “Se trata de 4,5 millones de personas que en la actualidad no tienen cómo hacer valer sus derechos como usuarios y consumidores de un servicio por la falta de una regulación específica".
Cierta oposición en contra
Fue aprobada con 190 votos a favor y 29 abstenciones. El PRO, la Coalición Cívica y los lugartenientes de Francisco de Narváez rehusaron el apoyo pero no tuvieron el valor de oponerse, prefirieron abstenerse a cargar con un voto contrario.
 Gabriela Michetti (PRO) sostuvo que “Esta iniciativa bajará la calidad de atención de los usuarios y de todo el sistema de salud”.
Juan Carlos Morán (CC) expresó queNos sorprende de algunos bloques de la oposición, que piensan que la única manera de regular a las prepagas es aceptando el acuerdo entre el radicalismo y el oficialismo”.
Una vez más estos sectores de la oposición, se enfrentan a una medida que beneficia a millones de argentinos, en pos de proteger las ganancias de los grupos concentrados en detrimento de la salud de la sociedad.
El negocio de la medicina prepaga es la gente sana y joven, no los enfermos; y el fin último de estas empresas no es la salud de la población sino el lucro. Es por ello que es necesario que no sea el mercado mediante el libre juego de la oferta y la demanda el que las regule sino el Estado, entendiendo a la salud como un derecho y siendo garante del acceso al mismo por el pueblo argentino. 
 Mariana Kearney
          

lunes, 22 de agosto de 2011

El fin de la historia

           La caída del Muro de Berlín, en el año 1989, marca el fin de un mundo bipolar, dividido por dos sistemas opuestos en lucha por imponerse, el capitalismo y el comunismo, liderados por dos países: EEUU y Rusia; y el comienzo de uno cuya hegemonía reposa en una tríada imperialista compuesta por Estados Unidos como conductor del proceso, Europa y Japón como socios menores.
            La instauración de un modelo económico capitalista sustentado a partir de la extracción de riquezas de los países periféricos hacia los países centrales, condenando el desarrollo e independencia de los primeros, necesitaba para su legitimación (sobre todo por parte de sus víctimas) de un aparato cultural compuesto fundamentalmente, por el sistema educativo (primaria, secundaria y –especialmente- universidad), partidos políticos, medios masivos de comunicación e intelectuales.
            Entre estos últimos se encuentra un tal Fukuyama, politólogo yanqui de origen japonés, que en 1992 escribió un libro llamado el “El fin de la historia y el último hombre”, donde plantea que el fracaso del comunismo trajo como consecuencia el fin de la Historia - entendida como lucha de ideologías - y se impuso una suerte de pensamiento único: el liberalismo (materializado en el Consenso de Washington), como única receta para el éxito de la humanidad. Las ideologías ya no son necesarias, ya que todo se resuelve a través de la economía (de mercado, lógicamente) y para ello es necesario un Estado mínimo, donde prime el capital privado y se garantice el libre juego de la oferta y la demanda por medio de las instituciones jurídicas.
            Sin embargo, nos tranquiliza diciendo que la historia va a seguir, porque la ciencia avanza y ésta no tiene límites. Vale decir, nada que tenga que ver con que los seres humanos influyamos en el devenir de los acontecimientos, ya que de esa forma correría riesgos el status quo tal y como está planteado.
            En la Argentina la puesta en práctica de estas recetas desde la dictadura del 76’ y profundizadas en los 90’ con Menem, trajo como consecuencia el desmantelamiento del aparato productivo, deuda externa, la enajenación de nuestros recursos naturales y servicios, extranjerización de la economía y la consecuente desocupación, pobreza e indigencia a niveles irrisorios.
            Trasladado esto al ámbito de la política, los partidos políticos se frivolizan, la militancia no tiene como fin una causa, sino un cheque a fin de mes, priman los punteros y los publicistas, ya que los candidatos se hacen a partir de su aparición en los medios de comunicación moldeadores de la opinión pública (De Narváez, por poner un ejemplo), y a la hora de votar sólo importa la competencia técnica y que sean confiables moralmente, lejos de cualquier sustrato ideológico.
            Sin embargo, y para fortuna de los argentinos y los pueblos de Latinoamérica, la crisis que está sufriendo el sistema capitalista a escala mundial, ha puesto en tela de juicio ese discurso único y esa escala de valores impuesta. La política está reapareciendo y hace falta un poco más que salir millones de veces por la televisión para juntar votos. Se hace necesario plantear un proyecto de país, es decir, ideologías. Un ejemplo de esto es que hasta Cobos, que se caracterizaba por no decir nunca nada, ahora y gracias a la caída de su imagen positiva ha planteado un plan político para el 2011.            
            La crítica que la oposición tantas veces le hace al gobierno nacional sobre su estilo confrontativo que despierta conflictos, ya no tiene tanto arraigo en la sociedad, debido a que los argentinos están reconociendo que existe un conflicto… hay algunos que tienen mucho y hay muchos que tienen poco.
            Este reacomodamiento del mundo, donde las potencias están en crisis y surgen otros bloques regionales, como la UNASUR, nos permite pensar que es necesario dejar atrás a aquellos profetas que pretenden que nada cambie, ya que condenándonos al atraso y a la sumisión mantienen su poder, para volver a tomar el control de nuestra propia historia siendo partícipes de la misma.
                         Mariana Kearney

jueves, 18 de agosto de 2011

Las Guardianas

            El 16 de septiembre de 2010 en Venezuela, el presidente Hugo Chávez tomó juramento a un grupo de más de 3000 mujeres denominado “las guardianas de Chávez”, que tienen como fin velar por la revolución bolivariana, apoyando al actual presidente. Esta reciente conformación se da en el marco de las elecciones realizadas el domingo 26 de septiembre para la Asamblea Nacional.
            En el acto el primer mandatario venezolano decía: “La construcción de una patria de amor no se puede llevar adelante sin que haya protagonismo de los movimientos encabezados por mujeres”.
            Aclarando su función destacaba: “más que Guardianas de Chávez, las mujeres se deben constituir en guardianas fervorosas de la Revolución Socialista… no son un culto a la personalidad, sino que se trata de un grupo de mujeres luchadoras contra los planes desestabilizadores de la oposición nacional e internacional…Las mujeres junto a todo el pueblo venezolano tienen que estar de guardia por la Revolución, porque el toque de corneta a tiempo de una guardiana puede salvar la patria”.               
            Ejemplos como este nos permiten replantearnos el rol que juega la mujer en la sociedad actual, donde podemos ver que más allá del arquetipo que a través de los medios de comunicación nos quieren imponer (en el que lo importante sólo es tener un cuerpo bonito ajeno a toda preocupación colectiva), cada vez que los pueblos latinoamericanos avanzan, las mujeres jugamos un papel protagónico y decisivo.
            La Revolución Mexicana producida a principios del siglo XX, encabezada por Emiliano Zapata y Pancho Villa, logró alterar las estructuras arcaicas del viejo sistema de terratenientes y capitales extranjeros. Las “soldaderas” o “adelitas” fueron un grupo de mujeres anónimas que tuvieron gran incidencia en el desenvolvimiento de los hechos, ya que no sólo se ocupaban de lavar, cocinar, cuidar de los enfermos y ser madres y esposas, sino que formaban parte de los ejércitos rebeldes como espías, contrabandistas de armas desde EEUU, o soldados.
            En 1952 el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) lleva a cabo en Bolivia una nueva revolución que permite la nacionalización de las minas y una reforma agraria. De su seno surgen las “barzolas”, comandos femeninos cuyas funciones iban desde la atención a los presos políticos, tareas de propaganda y reorganización de las filas revolucionarias, transmisión de mensajes, hasta la participación activa en las luchas.
            En 1959 se produce la Revolución Cubana al mando de Fidel Castro, que al terminar con la dictadura de Batista, lleva a una democratización de la isla mediante nacionalizaciones y el fin de los latifundios, modificando el régimen de propiedad de la tierra. Las “marianas” fueron una unidad de mujeres que combatieron codo a codo con los hombres en los enfrentamientos armados.
            En 1978 la Revolución Sandinista en Nicaragua permite el reparto de tierras, la nacionalización de la banca y el comercio exterior. Una gran cantidad de mujeres participan a través de la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional, como parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
            Más cerca, en la Argentina, con el peronismo en el poder, a través de un proceso de industrialización y distribución de la renta, se adquieren los derechos sociales y la participación de los trabajadores en los destinos del país. Es en ese marco donde las mujeres conquistamos nuestros derechos políticos (en 1947 se sanciona el derecho al voto femenino), quedando  plasmados, al fin, en la constitución de 1949. La participación de millones de mujeres en la política argentina, organizadas en el Partido Peronista Femenino teniendo como abanderada a Eva Perón, fue una de las causas determinantes de la victoria.
            La sola enunciación de estos pocos hechos de nuestra historia común, nos permite observar el lugar fundamental que ha ocupado la mujer en el proceso de emancipación de los países de América Latina.
            Salvando las distancias y los momentos históricos, en el marco de la puesta en tela de juicio de la escala de valores establecida debido a la presente crisis mundial, donde los países latinoamericanos se oponen a las recetas de ajuste (que tenemos la desgracia de conocer), impuestas por los grandes centros de poder, es necesario que las mujeres seamos partícipes, junto con los hombres, de la transformación de la realidad actual, mediante la actividad colectiva.
 
Mariana Kearney

jueves, 11 de agosto de 2011

La despolitización femenina

De acuerdo a un informe realizado por ELA (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género) el porcentaje de mujeres que ocupan cargos de máxima autoridad en la política es inferior al 20%. De cada 10 puestos políticos claves 8 son ocupados por hombres y sólo 2 por mujeres.
A partir de la sanción de la Ley de Cupo Femenino del año 1991, que obliga a que los partidos políticos incluyan un mínimo de 30% de mujeres en sus listas, el número de legisladoras ha aumentado. De hecho el ámbito de mayor presencia femenina es el Congreso de la Nación, donde ocupan el 37,7% de las bancas. Este porcentaje coloca a la Argentina en el puesto número 12 a nivel internacional, superando a países como Gran Bretaña, Canadá o Alemania.
Sin embargo, en los cargos jerárquicos más altos esto no se refleja: en la Cámara de Diputados hay sólo 5 mujeres presidiendo bloques, mientras que en la de Senadores el número es de 9.
Las legislaturas provinciales tienen un 27% de féminas en las Cámaras de Diputados y sólo un 4% preside bloques. Mientras que en la de Senadores hay un 20% en las bancas y ninguna que presida bloques.
Cabe destacar que en los municipios de las capitales provinciales, los Consejos Deliberantes están conformados por un 35% de concejalas.
En el ámbito del Poder Ejecutivo, las mujeres ocupan un 21,1% de los cargos. En el gabinete nacional un 18% de los ministerios están en manos femeninas. Sin dejar de lado que tenemos una presidenta mujer con un alto porcentaje de intención de voto, lo que permitiría que fuera reelecta en las elecciones de octubre.
En las provincias, salvo Tierra del Fuego y Catamarca donde las gobernaciones están a cargo de mujeres, el resto de los 23 distritos están gobernados por hombres. En las vicegobernaciones el porcentaje es de un 25%. Los gabinetes están conformados por un 14% de ministras.
La política gremial no está exenta de esta situación. En el año 2002 se sancionó la ley de Cupo Sindical, que fija un 30% de mujeres en cargos electivos y de representación, pero la realidad es que rara vez se alcanza ese porcentaje. Veamos.
Los sindicatos nacionales se dividen en tres grados: confederaciones, federaciones y sindicatos. En las confederaciones ocupan el 14,3% de las secretarías generales, y un cuarto del total de las comisiones ejecutivas. Mientras que en los sindicatos y federaciones, sólo un 5% está a cargo de las asociaciones, un 20% componen las comisiones directivas de los sindicatos y  apenas un 12% de las comisiones en las federaciones.
Luego de estos números se puede concluir que la igualdad entre el hombre y la mujer en cuanto a la toma de decisiones que hacen a la vida de todos los argentinos está bastante lejos del ideal.
Eva Perón decía: “La mujer argentina…aquélla que, día a día, trabaja junto al hombre, en toda la gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos. La mujer debe afirmar su acción. La mujer debe optar. La mujer, resorte moral de un hogar, debe ocupar su quicio, en el complejo engranaje social de un pueblo”.
A lo largo de los años las mujeres hemos alcanzado grandes conquistas, sobre todo en aquellos períodos de avance del pueblo argentino, siendo el año 1947, con la sanción del voto femenino, el momento en que las mujeres entramos a la historia como actoras fundamentales del devenir político de los argentinos.
Sin embargo, el arquetipo actual de mujer impuesto, sobre todo, a través de los medios de comunicación, nos condena a que nos preocupemos sólo por ser un inalcanzable cuerpo bonito, que nos mantengamos sumergidas en la frivolidad y ajenas a todo tipo de planteo colectivo. Las mujeres somos la mitad de la sociedad, al excluirnos logran que la mitad del pueblo quede al margen de la disputa por el poder. Tomar conciencia de esta situación y comenzar a cambiar dicha realidad es un prerrequisito para alcanzar una sociedad más justa y democrática.

Fuente: informe realizado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género: “Sexo y Poder, ¿Quién manda en la Argentina?”.